miércoles, agosto 29, 2007

ANTE LA MUERTE DE FIDEL CASTRO

Ante la muerte de Fidel


Ante la muerte de Fidel

Por Ernesto F. Betancourt

La noticia es anticipada: está más muerto que vivo. Los resultados finales son discutibles. Yo tengo mi opinión. El régimen se desintegrará. Ni Raúl, ni nadie a su alrededor, podrá llenar el vacío en maldad, audacia y carisma que deja la desaparición de Fidel. El fracaso, sobretodo en lo económico, hace rato que corona al régimen revolucionario fidelista.

Rául está consciente de ello y se da cuenta de que a duras penas logrará sobrevivir a su hermano. En Venezuela, el idiota de Chávez cree que puede tapar el sol con un dedo y que va a heredar, a puro billetazo, la aureola del antiamericanismo, uno de los ingredientes preferidos de la ideología de su padre intelectual Fidel. El boy-scout de Ecuador, Rafael Correa, habla del socialismo del Siglo XXI, sin saber que en Cuba ha sido la fuente del fracaso del régimen. Y, en Bolivia, Evo Morales, ya está enfrentando las consecuencias de su pretensión analfabeta de imitar a su abuelito.

En un artículo publicado en Cubanálisis, revista electrónica, Juan Benemélis y Eugenio Yánez nos ofrecen una explicación muy bien documentada de los dimes y diretes de la nomenclatura cubana en la etapa posterior a la enfermedad de Fidel. Hay un solo elemento que falta en este análisis de las pugnas internas y es que todos estos testaferros, ya sean los talibanes de Pérez Roque, vinculados a Ramirito Valdéz y Ricardo Alarcón, o los corrompìdos generalotes vinculados a Raúl, son responsables en diversos grados por el desastroso fracaso del régimen. Ambos bandos están conscientes de que el reclamo del pueblo va a requerir una rendición de cuentas. Es el miedo a esa rendición de cuentas lo que los une. Yo confío en que hay otros que desean servir a la nación.

Raúl inició sus planes para ver cómo salvaba la situación. Pero cuando vio que su hermano no moría se dio cuenta de que tenía que esperar para tomar iniciativas. Bastaba un rebuzno del hombre en los medios de comunicación y se acababa el cuento de Raúl. Por eso no recibió a la delegación de congresistas americanos que, el pasado diciembre, visitó Cuba en respuesta a su oferta de negociar con los americanos. Ahora, ha pospuesto esa negociación a una administración post-Bush. Apuesta a que van a ganar los demócratas, si ganan los republicanos, olvídense.

La disidencia adelanta ideas de reformas políticas y económicas. Pero, los causantes de tanta miseria colectiva están acostumbrados, igual que Raúl, a recibir órdenes de Fidel. En ausencia del mandamás, quien tenía respuestas para todo, dada la inmensa sabiduría del Charlatán en Jefe, dudo que hagan nada. La parálisis del primer año provisional continuará, o si no, a lo más vendrán esfuerzos de reformas a medias que nada lograrán. Tienen miedo a un pueblo irritado que eventualmente produzca una explosión social. No quieren perder el poder y los privilegios de la nomenclatura. Por eso, unos y otros, promueven la continuidad.

Un ejemplo de eso pueden ser medidas como las que ha tomado Raúl para hacer cumplir los decretos 187 y 188 del Ministerio del Trabajo. Quiere obligar a los gerentes y administradores a combatir la corrupción y la indisciplina laboral. Eso, cuando no han aumentado los sueldos para que el dinero le alcance a la gente para atender las necesidades de sus familias. Lo que hace falta en Cuba es una apertura completa, con aumentos de salarios, liberación de precios, libertad de contratación y acceso a la propiedad privada. Para hacer eso, se requiere un equipo totalmente nuevo en el poder y eso no lo aceptan los que solamente quieren preservar sus puestos.

Por eso, pienso que hasta que la gente no se tire a la calle a protestar no van a haber cambios generales. Y, cuando eso ocurra, se les va a ir de la mano la situación. El régimen político actual está basado en un sólo líder, Fidel. No creo que se pueda cambiar el sistema económico solamente, como hicieron en China. Allí había unas instituciones que no hay en Cuba. Hace falta que surja una tercera fuerza, con apoyo entre los militares, la disidencia y el exilio, orientada a cambios medulares políticos y económicos.

Fonte: Identificada en el texto
http://www.cubalibredigital.com