lunes, septiembre 29, 2008

EL RÉGIMEN Y LOS JÓVENES

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El régimen y los jóvenes

Por Yaxys D. Cires Dib
Secretario de juventud PDC Cuba

Los recientes acontecimientos relacionados con el rockero cubano Gorki Ávila nos dejan varias lecciones. En primer lugar, que el régimen no es tan inmune a la presión internacional como algunos creen, por lo menos a la de la opinión pública. En segundo lugar, que esta vez los cubanos del exilio supimos ponernos las pilas y sin la retórica de siempre (muchas veces maniquea y volcada hacia el propio exilio) pudimos recabar los apoyos en el mundo de la cultura, a pesar de que la fascinación por la tiranía suele ser una lamentable nota característica de muchos artistas e intelectuales.

Para mi la lección más importante que se puede extraer es la poca credibilidad que tiene el régimen entre los jóvenes cubanos.

En los últimos años hemos podido observar el testimonio de jóvenes, que sin tener motivación política partidista alguna, se han lanzado al ruedo demostrando esa desconfianza. Ese es el caso del mismo Gorki, de sus compañeros y seguidores, de la intrépida bloggera Yoani, de Néstor Pérez (colaborador de la revista 'Convivencia' que dirige Dagoberto Valdés), de Rolando y Néstor Lovaina. Inclusive, es el caso de Eliécer Ávila, quien cuestionó públicamente al régimen y que después fuera burdamente amedrentado.

( Eliécer Ávila)

La juventud cubana no cree en el régimen. No cree porque ha sido el propio gobierno cubano el que ha socavado toda relación de confianza al no ofrecer un proyecto de sociedad con el que los jóvenes nos identifiquemos. Han sido estos 50 años de daño antropológico los que han trasformado a los jóvenes en personas sin proyecto de vida y sin otra esperanza que la de salir de Cuba vía sorteo, lancha o misión internacionalista.

En Cuba hay diferentes tipos de jóvenes, pero destacan dos: el tipo Randy, que por un automóvil y un apartamento en La Habana no deja de mover la cabeza de arriba abajo asintiendo las tonterías que se dicen en la Mesa Redonda, incluyendo las suyas. Pero estos son minoría.

( Grupo Porno Para Ricardo, al centro Gorki Águila )

El otro tipo de joven, estilo Yoani, Néstor o Eliécer, quiere conocer el mundo, subirse en el carro de las oportunidades, realizar su proyecto de vida, expresarse libremente, etc. Para ninguno de los dos tipos de jóvenes tiene respuesta el gobierno cubano: para los "comecandelas" como Randy no la tiene, porque el castrismo carece de un repertorio viable incluso dentro de sus propias normas y parámetros. Y menos aún tiene respuesta para los contestatarios o simplemente cuestionadores del sistema, porque ello significaría el cambio, la libertad, el fin del totalitarismo.

Aunque para no discriminar ningún intento de respuesta, recordemos que, sobre el asunto de los viajes, Alarcón ofreció a Eliécer una muy peculiar, evidenciando el cinismo con el que cotidianamente tratan a la gente: "Si todo el mundo pudiera viajar a donde quisiera, la trabazón que habría en los aires del planeta sería enorme".

( Yoanis Sánchez )

La represión contra los Gorkis o Yoanis resulta muy burda ante los ojos de la gente de dentro y de fuera, entre otras cosas, porque a la mayoría de los jóvenes cubanos no les pueden llamar mercenarios como injustamente hacen con algunos opositores. Y porque ante los ojos del mundo, el solo deseo de poder consultar la Internet o cantar una canción son reclamos de una naturalidad y legitimidad incontestables.

La juventud cubana está abriendo los ojos. Es verdad, que después de casi medio siglo de secuestro de las libertades difícilmente puedan existir agrupaciones sólidas y bien estructuradas que reúnan y canalicen el rechazo de la juventud a la situación de la Isla, pero ello no impide que esta inquietud y desconformidad se comience a manifestar en el ambiente juvenil cada vez con mayor frecuencia. Quizás gradualmente nos vayamos acercando a un escenario en el que la gente joven comience a ser más exigente. Muy pocas cosas en este mundo pueden provocar un cambio radical en Cuba, pero muchas pueden ter­minar con la trabazón de los ‘alarcones’ inmovilistas.