martes, septiembre 30, 2008

MUERTE, NO TE CONOZCO

Muerte, no te conozco


Por Raúl Rivero

Estoy seguro de que en La Habana alguien encendió una vela, alguien recogió unas flores y muchos levantaron en silencio una copa de ron por la memoria del poeta Heberto Padilla. Acaba de cumplir ocho años en la muerte a pesar de que él dijo muchas veces que a esa señora, o lo que fuera, no la conocía.

Allí, en esa ciudad y en su pequeño pueblo natal Puerta de Golpe, en la devastada provincia de Pinar del Río, en otros sitios donde ahora tienen miedo a nombrarlo, él va a encontrar buena compañía hasta que puedan regresar Belkis Cuza Malé, su hijo y sus hijas, sus amigos de todos los exilios, a celebrar la libertad con una larga lectura de poemas.

Mientras tanto, hay que seguir cerca de sus versos y de la lucidez con que miraba para su país. Recordar en voz baja el coraje que tuvo para decir, con su palabra amarga y dura, y en complicidad total con la poesía, lo que casi todos hemos visto después azorados y enfermos. O sin azoro, con miedo y otras complicaciones.

( Heberto Padilla y Belkys Cuza Malé, uno de sus hijos y Ted Kennedy; no se si la señora rubia es la viuda de Heberto Padilla, pues desconozco cuando fue que se divorciaron él y Belkys; nota del blogguista )

La publicación, en 1968, del libro Fuera del juego, el encarcelamiento del poeta y su forzada palinodia ante un grupo de escritores artistas, es un episodio único en la historia de la literatura cubana. Está apresado en una hora, su mala hora, un tiempo lejano en el siglo pasado. Aunque el pensamiento de los represores esté hoy sujeto a los mismos espasmos que provocaron el caso Padilla, no habrá posibilidades de repetirlo ni siquiera como comedia.

Los intolerantes no cambian, pero el mundo sí. La realidad cubana también. Ya nadie de los que hablan y escriben con libertad dentro de Cuba tiene que sufrir la represión en medio del abandono que rodeó al poeta.

Cierro el Diario libre con estos versos de Heberto Padilla:

Di la verdad.
Di, al menos, tu verdad.
Y después
deja que cualquier cosa ocurra:
que te rompan la página querida
que tumben a pedradas la puerta
que la gente
se amontone delante de tu cuerpo
como si fueras
un prodigio o un muerto.


Fonte: CubaNet
http:www.cubanet.org