jueves, julio 30, 2009

SIN JUSTICIA NO HABRÁ NACIÓN

SIN JUSTICIA NO HABRÁ NACIÓN



Por Alfredo M. Cepero.


Aunque algunos miserables lo quieran negar, la naturaleza diabólica y la estela de destrucción dejada a su paso por el régimen comunista de Cuba son de conocimiento universal. En medio siglo, los forajidos que usurpan el poder en Cuba se las han arreglado para reducir a la que fuera tercera economía en América Latina al nivel del país mas pobre del continente, en franca competencia con el paupérrimo Haití. El ingreso por habitante, que en 1958 alcanzó los 1,200 dólares anuales, ha caído en forma drástica al equivalente de 120 dólares anuales, estos últimos devaluados por las tasas de inflación que han tenido lugar en estos cincuenta años. Y para añadir la avaricia personal al empobrecimiento de su pueblo, mientras Cuba incurría en una deuda externa superior a los 24,000 millones de dólares, el tirano mayor saqueaba las arcas del tesoro nacional para acumular la exorbitante y mal habida fortuna de 900 millones de dólares.

Ahora bien, por chocantes que puedan parecernos los datos anteriores, más grotesca aún ha sido la trayectoria de la tiranía en el ensañamiento desatado contra su propio pueblo en su afán mezquino de perpetuarse en el poder. En cifras precisas y fidedignas desarrolladas por un estudio tan minucioso como el de Cuba Archive, de los eruditos María Werlau y Armando Lagos, y que nosotros en honor a la brevedad redondeamos en este trabajo, el saldo ha sido desolador. Por ejemplo, más de 10,000 cubanos han muerto por fusilamiento, asesinatos en las cárceles y víctimas de procesos extrajudiciales. Más de 14,000 cubanos y africanos murieron en las aventuras africanas desatadas por Castro como “condotiero” de la Unión Soviética. Alrededor de 5,000 campesinos fueron muertos durante la campaña militar de la tiranía para apagar la hoguera de libertad de los alzados del Escambray. Mas de cien mil se han graduado de esa universidad del horror que son las cárceles castristas y más de un millón han tomado el camino incierto del exilio. Por último, decenas de miles de hombres, mujeres y niños, cuyo número no puede ser precisado por falta de estadísticas confiables, han preferido ser devorados por los tiburones del Estrecho de la Florida antes que continuar respirando el aire enrarecido del infierno castrista.

Fue precisamente el recuerdo de este viaje de agonía y martirio del otrora trabajador y alegre pueblo cubano lo que nos causó indignación y dolor ante la declaración emitida esta semana por un grupo de organizaciones que dicen oponerse al régimen dentro de Cuba. Bajo el título de Mensaje a la Nación, los firmantes afirman: Los que suscribimos este Mensaje a la Nación comprendemos lo difícil que resulta para un gobierno como el actual lidiar con las dificultades de ese país, que desbordan su edad, su época, su lenguaje y sus límites estrechos. Estos compatriotas, y son compatriotas nuestros aunque pensemos en forma radicalmente opuesta, se muestran “comprensivos” con los asesinos, los torturadores y ladrones que han convertido en un infierno a la isla que fue una vez el paraíso que atrajo a millares de inmigrantes de los cuatro rincones del mundo y del cual jamás emigraban sus nacionales.

Mas adelante muestran una inocencia supina o tal vez una ignorancia total de la naturaleza diabólica intrínseca en una tiranía que ha usado el dialogo durante estos cincuenta años para ganar tiempo, dividir a sus adversarios y perpetuarse en el poder. En ese pasaje manifiestan: El gobierno cubano, si decide pegar el oído a la calle, tiene aquí una opción: abrirse a dialogar con la sociedad cubana. Y ya en el colmo del servilismo y de la arrogancia concluyen diciendo: Una sociedad que, pese a las angustias y violencias cotidianas a las que se ve obligada, y al malestar profundo por la acumulación de vidas frustradas, tiene una magnífica capacidad para el perdón y para el ejercicio pacífico de la controversia. ¿Por qué se sienten obligados a hincarse de rodillas ante los tiranos quienes no han recibido de ellos otra cosa que hambre, persecución y maltratos? Pero mas importante todavía, ¿quién les dijo a estos señores que ellos puede arrogarse el privilegio de perdonar a los engendros maléficos que han convertido en mercenarios a nuestros jóvenes, en “jineteras” a nuestras mujeres, en incrédulos a nuestros niños y en hipócritas a una proporción considerable de los cubanos?

Quede bien claro que nadie tiene derecho a perdonar las ofensas que no ha recibido en carne propia. Quede más claro aún que los delitos cometidos por estos facinerosos han impactado a todo el pueblo de Cuba y, que por lo tanto, es únicamente ese pueblo de Cuba el que tiene el derecho a perdonar o castigar sus crímenes. Y que sepamos, ninguno de los firmantes puede reclamar la representación de un pueblo del cual no ha recibido mandato alguno expresado en elecciones libres, justas y transparentes.

Cuando se produzcan esas elecciones, el gobierno legítimo de la nación cubana, a través de un poder judicial independiente de los demás poderes, decidirá si procede o no someter a juicio a quienes hayan formado parte del gobierno comunista. Quienes tengan sus manos limpias nada tendrán que temer. Quienes las tengan manchadas de sangre, de malversación o de violación de los derechos humanos y fundamentales de sus conciudadanos tendrán que responder ante tribunales ordinarios por sus crímenes y fechorías. Pero eso sí, disfrutaran del derecho que le han negado a sus víctimas. Estos acusados contaran con la presunción de inocencia y se les reconocerán todas las garantías procesales para presentar su caso y confrontar a sus acusadores.

Después de cincuenta años de opresión e injusticias el pueblo de Cuba tiene derecho a una transición a la democracia sin venganzas pero con justicia como la fórmula más idónea para garantizar la paz social a través de la instauración de un verdadero Estado de Derecho. La aplicación de una justicia imparcial traería como beneficios: Satisfacción para las víctimas, castigo para los victimarios, enseñanza para los jóvenes, advertencia para futuros gobernantes, preservación del orden público, estabilidad institucional, promoción de la inversión extranjera y creación de empleos. Todos ellos, elementos imprescindibles para resucitar en el menor tiempo posible el cadáver en que han convertido a Cuba estas aves de rapiña incapaces de producir riqueza y carceleros de quienes traten de producirla.

Por otra parte, el borrón y cuenta nueva implícito en este servil Mensaje a la Nación traería, en nuestra opinión, los perjuicios siguientes: Desataría una ola de venganzas y pases de cuenta por parte de las víctimas, minaría la credibilidad del nuevo gobierno, fomentaría la corrupción y el abuso por parte de los nuevos gobernantes y sus fuerzas policiales e institutos armados, traería consigo una alteración del orden público y un sentido de inseguridad por parte de la ciudadanía, frenaría la inversión extranjera y produciría altos niveles de desempleo. En conclusión, una fórmula ideal para el caos social, el desastre económico, el desprestigio de la democracia, el colapso del nuevo gobierno y un surco abonado para la siembra de una nueva semilla totalitaria, ya sea de izquierda o de derecha.

Por lo tanto, ratificamos nuestra opinión de que no puede haber diálogo con sordos ni perdón para criminales. Que la lucha actual demanda una oposición de activismo no violento pero firme en su negativa a cooperar con la tiranía. Y que en la Cuba Libre que ya se divisa en nuestro horizonte político no puede haber lugar para claudicaciones ni componendas. Que lo que debe predominar Justify Fulles la aplicación de una justicia imparcial e independiente que ilumine el camino hacia la nación por la cual han sacrificado sus vidas lo mejor de nuestros hombres mujeres. Porque no tengo la menor duda de que sin justicia no habrá nación.


Miami, Florida, 31 de julio del 2009.

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