jueves, noviembre 29, 2012

Alfredo M. Cepero: LA MISIÓN IDEOLÓGICA DEL MIAMI HERALD



LA MISIÓN IDEOLÓGICA DEL MIAMI HERALD.


Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com
Sígame en: http://twitter.com/@AlfredoCepero


Después de haber contribuido a las victorias electorales del Presidente Barack Obama y del congresista Joe García tuve la peregrina esperanza de que El Miami Herald se tomara, como se dice en términos vernáculos, unas bien merecidas vacaciones. Las noticias manipuladas y los artículos corrosivos que aparecieron en sus páginas demostraron una vez más que este periódico, más que una equilibrada misión informativa, tiene una predeterminada y bien definida misión ideológica.

La misión: promover ideas y conceptos encaminados a crear una sociedad dependiente de un estado todopoderoso que determine los niveles de éxito, una relativa igualdad ciudadana y hasta las normas de convivencia entre los ciudadanos. La idea es transformar el individualismo creativo en un colectivismo conformista. Al hombre libre en oveja domesticada. Todos parte de un rebaño de ovejas iguales en la miseria y la mediocridad. Todo lo contrario de las ideas y conceptos plasmados en la constitución norteamericana por los padres fundadores de esta nación.

Bastó una información reciente sobre declaraciones del Senador Marco Rubio para sacarme de mi error. El Herald y otros miembros de la prensa parcializada que contribuyeron a la reelección de Obama no creen en vacaciones cuando se trata de hacer campaña para adelantar su misión ideológica. Tomando una página del libro de campaña de Obama, que nunca cerró su sede en Chicago y comenzó sus actividades de reelección en el 2012 al día siguiente de la toma de posición del presidente en enero de 2009, El Herald ya inició su contribución de insidia y tergiversación a la campaña presidencial de 2016.

Para ello, ni siquiera se molestó en cambiar de táctica. La demonización de Mitt Romney les rindió fructíferos dividendos electorales en 2012. Por lo tanto, ¿para qué cambiar lo que funcionó a la perfección? Demonicemos a Marco Rubio y empecemos lo más pronto posible, porque este hombre podría convertirse en nuestra peor pesadilla en 2016. Bajo el título de: "Rubio genera polémica al hablar sobre el creacionismo", El Herald critica la afirmación de Rubio de que el origen de la Tierra "es un gran misterio".

Al oponerse al dogma de la izquierda sobre la infalibilidad del creacionismo, Rubio es presentado como un especie de cretino que, dicho sea de paso, es apoyado por el Tea Party. Como de costumbre, el ácido corrosivo y la puñalada trapera. Ni siquiera la afirmación ecléctica de Marco Rubio de que "los padres deben tener el derecho de enseñar a sus hijos lo que dice la fe y lo que dice la ciencia" le ganó la indulgencia de sus detractores. Se fueron a las redes sociales y echaron mano a un comentario donde alguien anónimo escribió: "Yo no estoy seguro si Marco Rubio es católico o es santero". La prensa que publica estas tonterías para promover una agenda ideológica no tiene ni pudor ni vergüenza.

Cualquiera con dos dedos de frente debe preguntarse: ¿qué tienen que ver las ideas de Marco Rubio sobre el creacionismo y su capacidad para desempeñar un cargo electivo, incluyendo la presidencia de los Estados Unidos? ¿Por qué no fue sujeto a un mismo escrutinio un novato senador Obama cuando aspiró a la presidencia del país siendo un absoluto desconocido? Obviando el factor del color que le daría armas a la jauría de la izquierda, digo que la respuesta no puede ser otra que la militancia ideológica del uno y el otro.

A los efectos de estar informado sobre lo que dice la otra parte, dedico alrededor de 15 minutos diarios a un breve recorrido por las páginas del Miami Herald, que se recibe en mi casa con mi consentimiento pero por decisión de mi esposa. En ningún momento he visto información alguna sobre personajes y acontecimientos que pudiesen lesionar en forma alguna la imagen mesiánica de Barack Obama, vendida por sus agentes publicitarios de la prensa de izquierda.

Nada sobre Jeremiah Wright, un pastor que maldice a los Estados Unidos, en cuya iglesia  Obama contrajo matrimonio, sus hijas fueron bautizadas y él escuchó sermones durante 20 años. Nada sobre Bill Ayers, un terrorista sin arrepentimiento que dinamitó el Pentágono, mató policías en la ciudad de Nueva York, escribió libros con la firma de Obama y sirvió de anfitrión al anuncio de su primera campaña para senador estatal de Illinois.

Nada sobre Tony Rezko, un criminal convicto por corrupción que traspasó terrenos por precios irrisorios para la ampliación del patio de la casa de los Obama en Chicago. En uno de esos pocos momentos en que no pudo ser salvado por su retórica engañosa, el propio Obama admitió ante la prensa que el trato con Rezko había sido un "acto estúpido". A ninguno de los solícitos periodistas se le ocurrió una pregunta de seguimiento como: ¿fue un acto de estupidez o de corrupción, señor presidente? Quizás ninguno se atrevió a hacerlo ante el temor justificado de ser calificado de racista.

Y esa es precisamente la carta que juegan por estos días quienes contribuyen al encubrimiento de acontecimientos tan viles y bochornosos como el programa de "Fast and Furious" (Rápido y Furioso) y la masacre de cuatro ciudadanos norteamericanos en Bengazi. Cuando se les acaban los argumentos apelan a la opción nuclear del racismo contra el presidente y sus aliados de la misma raza. Un arma contra la cual el adversario no tiene defensa porque, mientras más lo niegue, mas sospechoso se hará de ese horrible y repulsivo sentimiento de repudiar a otro ser humano por el solo hecho del color de su piel.

Rápido y Furioso fue un programa de venta de armas a elementos criminales mexicanos con el objeto de obtener pistas para su arresto en los Estados Unidos. Fue comenzado durante la presidencia de George Bush y se prolongó hasta el 2011 bajo Barack Obama, en que fue descontinuado por el escándalo de la muerte del agente fronterizo Brian Terry. El Departamento de Justicia opuso todo tipo de obstáculos a los intentos del Congreso por investigar el escándalo y asignar responsabilidades. Cuando se vio en peligro, el Secretario de justicia Eric Holder, declaró que se le perseguía porque era amigo del presidente y ambos eran de la raza negra. El presidente vino en su ayuda utilizando el arma del privilegio ejecutivo que expertos en asuntos constitucionales consideran de dudosa aplicación en este caso.

La masacre de Bengazi ha sido encubierta utilizando la misma estrategia. La Embajadora ante la ONU, Susan Rice, estrecha aliada política del presidente, compareció en cinco programas televisivos 5 días después del ataque y atribuyó la masacre a un supuesto video insultante contra los musulmanes. Esto lo dijo una mujer con acceso a documentos secretos de una CIA que 24 horas después del ataque lo había declarado de índole terrorista. Cuando miembros del Partido Republicano exigieron una aclaración a las razones para estas declaraciones, el Concilio Negro del Congreso los califico de sexistas y racistas. Varios días después, The Washington Post, una vez respetable diario devenido en panfleto ideológico, publicó un editorial repitiendo las acusaciones de racismo y sexismo contra Susan Rice.

Por su parte, el presidente que doce días después de la masacre repitió seis veces ante las Naciones Unidas la misma mentira del video fingió indignación y retó a los Senadores John McCain y Lindsey Graham a que lo acusaran a él y no a una dama que se había limitado a transmitir el mensaje de su administración. Un gesto vacío en un presidente que se escondió detrás de las faldas de Hilary Clinton y de Susan Rice para evadir responsabilidades y preservar sus oportunidades de reelección.

Ninguna de estas noticias ha sido destacada en las páginas de un Herald que convierte en escándalo el más mínimo desliz de aquellos políticos que promueven una ideología conservadora.  Son conservadores  porque luchan por conservar los valores y principios de devoción a Dios, patria y familia que nos legaron los fundadores.

Los preferidos y protegidos por el Herald no quieren conservar sino cambiar de manera drástica las conductas y tradiciones que han servido de cimientos a 236 años de libertad individual, tolerancia religiosa, democracia política y prosperidad económica. Unos Estados Unidos sin amor a Dios, sin orgullo de patria y sin cohesión familiar. ¡Que Dios nos proteja aunque muchas veces no seamos merecedores de su misericordia!