miércoles, noviembre 26, 2014

Alfredo M. Cepero sobre el Presidente Barack Hussein Obama. EL MENTIROSO EN JEFE SIGUE MINTIENDO.


EL MENTIROSO EN JEFE SIGUE MINTIENDO.

Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
Sígame en: http://twitter.com/@AlfredoCepero

"El primero (un presidente) no puede conferir privilegios de ninguna índole; el segundo (un rey) puede convertir a extranjeros en ciudadanos, a plebeyos en nobles; puede crear corporaciones con todos los derechos inherentes a cuerpos corporativos". – Alexander Hamilton, Federalist 69.

Este hombre, que se ha ganado un lugar en la historia política de los Estados Unidos, si no como el más inepto, sin dudas como el más mentiroso de sus presidentes ha mentido de nuevo. Con la cara de concreto característica de quienes carecen de todo tipo de principios morales le ha mentido a la nación en docenas de ocasiones. La más egregias en el Obamacare con:"si usted desea mantener su médico, usted puede mantenerlo, si usted desea mantener su seguro médico puede mantenerlo"; en el escándalo de la persecución de miembros del Tea Party por el IRS "me enteré por medio de los periódicos y en esa acusación no hay un adarme de verdad"; en el asesinato de diplomáticos norteamericanos en Benghazi: "todo se debió a un video denigrante contra el Islam" y no voy a cansarlos con otra media docena de mentiras con las que este hombre ha ocultado la verdad para promover sus intereses políticos.

Pero esta vez su mentira ha roto todos los límites del cinismo. Con una cara de santurrón digna de un Oscar citó el pasaje bíblico donde se afirma: "Las escrituras nos dicen que no oprimamos a los extraños ya que nosotros los conocemos en nuestro corazón--nosotros una vez fuimos también extraños". Esto en boca de un personaje notorio por preferir jugar al golf antes que asistir a servicios religiosos. Y ni siquiera George W. Bush, el hombre a quién Obama ha culpado de todos los males de la nación, se salvó de ser utilizado por el farsante cuando afirmó: "El Presidente Bush una vez dijo: 'ellos son parte de la vida americana".

Ahora bien, lo que más debe de preocuparnos es que Obama, además de haber puesto en peligro las esperanzas y sueños de millones de inmigrantes, ha dividido a la sociedad norteamericana en dos bandos con pasiones tan intensas que hacen casi imposible el diálogo constructivo sin el cual será muy difícil la convivencia pacífica y civilizada en este país. Y de esa paz depende que los Estados Unidos continúen siendo motor de la economía global y faro de la libertad en el mundo.

Por otra parte, después de decir en 25 ocasiones que no podía solucionar por decreto la crisis migratoria y que no era emperador sino presidente decidió dar un giro de 180 grados. No reparó en que las 25 declaraciones habían sido grabadas en video porque apuesta a la impunidad que le ofrece una prensa izquierdista dispuesta a apoyarlo incondicionalmente sin el más mínimo pudor de objetividad periodística. Y más repulsivo aún es el hecho de que, al igual que su asesor sobre Obamacare, Jonathan Gruber, Obama se considera intelectualmente superior a los ciudadanos "estúpidos" que lo eligieron en dos ocasiones, a pesar de su anonimia en 2008 y de su deplorable desempeño al final de su primer período en 2012.

Por otra parte, como profesor de derecho constitucional, Obama sabe que la naturalización de extranjeros y las iniciativas sobre cuestiones migratorias fue puesta por los redactores de la Constitución Norteamericana en manos del Congreso de los Estados Unidos. Específicamente en el Artículo #1, Sección # 8, Cláusula # 4 de una Carta Magna que ha servido de inspiración y patrón a numerosas democracias del mundo.

Pero la ocultación de la verdad ha demostrado ser un arma eficiente para un hombre que llegó a la presidencia mintiendo y que disfruta más haciendo campañas políticas sucias que gobernando a su pueblo. Que anda en una carrera tan desenfrenada por acumular poderes en la rama ejecutiva que hasta académicos de izquierda como Jonathan Turley, profesor de la Universidad de George Washington, advierten sobre los peligros de una crisis constitucional sin precedentes en la política norteamericana. En una frase digna de ser citada, Turley dijo: "La separación de poderes plasmada en nuestra constitución no tiene como objetivo proteger a uno de los tres poderes frente a los desafueros de los otros dos sino proteger la libertad de los ciudadanos".

Ahora bien, para medir en su verdadera dimensión la barbaridad jurídica y las trampas políticas perpetradas por Obama en su discurso sobre reforma migratoria el pasado 20 de noviembre, las mejores pruebas están contenidas en sus propias palabras. Mintió cuando dijo que otros presidentes han utilizado el decreto presidencial para solucionar cuestiones migratorias. Ningún presidente ha otorgada una amnistía a un grupo tan numerosos de ilegales. Eisenhower no lo utilizó para amnistiar sino para deportar a 80,000 inmigrantes ilegales. No tengamos duda alguna de que la amnistía ilegal de Obama no se limitará a 5 millones de ilegales sino se extenderá a los entre 12 y 20 millones de ilegales que viven en la sombra en este país y que las estadísticas no reflejan.

Mintió cuando dijo que los cruces ilegales de la frontera se han reducido en los últimos años. La realidad es que dichos cruces ilegales han aumentado en los últimos 3 años, sin contar la última ola masiva de inmigrantes centroamericanos. Mintió cuando dijo que su decreto no garantiza un camino a la ciudadanía o a la permanencia indefinida en el país. Los permisos de trabajo contenidos en su decreto pueden ser renovados cada 3 años en forma indefinida. Y una vez que estos inmigrantes obtengan un número de seguro social no irán a ninguna parte.

Al igual que en sus previas promesas fraudulentas, mintió cuando dijo que aumentará la deportación de inmigrantes con antecedentes criminales. La verdad es que Obama ha hecho todo lo contrario. El año pasado puso en libertad a 36,000 criminales convictos y otros 80,000 criminales capturados por ICE (Servicio de Inmigración y Aduana) no han sido siquiera sometidos a procesos de deportación. Mintió con su chiste de mal gusto de que estos inmigrantes pagarán impuestos. La realidad es todo lo opuesto. Ninguno de ellos tiene suficientes ingresos como ser sujetos a impuestos sobre sus ingresos. Sin embargo, al pagar impuestos, calificarán para recibir reembolsos de créditos impositivos.

Mintió cuando dijo que serán revisados los antecedentes penales de estos inmigrantes. Es una burla decir que se pueden obtener documentos creíbles y fidedignos sobre antecedentes penales de personas que vienen del Tercer Mundo a través de un programa ilegal como el establecido por Obama. Mintió cuando prometió aumentar la vigilancia en las fronteras. ¿De qué vale aumentar el número de guardias fronterizos cuando el Departamento de Justicia los intimida para que cierren los ojos ante la invasión de ilegales? Además, nunca se refirió al tipo de cerca eficaz y sólida que sea capaz de proteger al país de las amenazas del terrorismo islámico y de las enfermedades mortales que representan en este momento una pesadilla para los Estados Unidos.

Por otra parte, para encontrar quizás el único momento en que Obama reveló sus verdaderas intenciones tenemos que leer entre comillas cuando dijo: "Mientras tanto, no permitamos que nuestras diferencias de opinión sobre un solo tema se convierta en un obstáculo en otras áreas de cooperación. Esa no es la forma en que funciona la democracia y el Congreso no debe de cerrar las operaciones del gobierno por este pequeño desacuerdo". ¡Siempre el provocador y el guapo de barrio al estilo de su mentor intelectual Saul Alinsky y de sus maestros políticos de la mafia de Chicago! Está provocando a los republicanos para que éstos lo sometan a juicio político (impeachment) con el cual desviar la atención de su fracasada gestión presidencial. Pero vaticino que esta vez no le saldrá bien la coartada.

Cierro, sin embargo, con una nota de optimismo. La reforma migratoria justa y perdurable que necesitan los Estados Unidos para confrontar los retos de este Siglo XXI es ya solamente una cuestión de tiempo. Nadie podrá detenerla porque se imponen numerosas razones políticas y morales. Eso sí, tendrá que ser elaborada, no por una mayoría de uno como ha hecho Obama con su decreto, sino de acuerdo a derecho y dentro de los parámetros de la constitución. Porque este es, en primera y última instancia, un país de leyes. Dicha reforma no satisfará en su totalidad a la izquierda ni a la derecha pero fortalecerá los cimientos de una nación con tantos enemigos externos que no puede darse el lujo de divisiones internas. Todos navegamos en el mismo bote. Nos salvamos todos o nos hundimos todos.