viernes, junio 23, 2017

Robert A. Solera: ¡SILENCIO, HA MUERTO UN HOMBRE! (A ROGELIO FABIO HURTADO) . Rogelio Fabio Hurtado desde Cuba: Las Tropas Coheteriles Antiaéreas –TCA- en Cuba. CARTA DE FIDEL CASTRO A NIKITA S. KHRUSHCHEV PROPONIÉNDOLE QUE LA URSS DIERA EL PRIMER GOLPE NUCLEAR A LOS EE.UU.

¡SILENCIO, HA MUERTO UN HOMBRE!
(A ROGELIO FABIO HURTADO)

Por Robert A. Solera
22  de junio de 2017

 ¿Qué hace un país cuando los buenos dicen adiós, sin siquiera despedirse? Donde escasean los buenos y no dejan a nadie ocupando su lugar cuando, a destiempo, se marchan.

Tal vez les fuera muy estrecho el espacio que la Parca les dejó para tratar de sobrevivir y sólo como un rayo de luz que de repente ilumina el oscuro y tenebroso espacio a su alrededor les mantienen con vida fecunda entre tantos que sólo sus sombras proyectan.

Ha muerto Rogelio Fabio Hurtado.  Cuando lo conocí, valiente en un ambiente huraño, la vida me lo presentó y de inmediato sentí un frescor a sangre nueva que me hizo admirar la limpieza que su poesia traslucía.

Me bebí, no me parece oportuno decir leí, su poesía llena de frescura de “Un poeta entre dos Tigres” que como carta de presentación me descubrió a un hombre que en medio de la tormenta política que ha envuelto a Cuba supo plantar su bandera como declaración de principios políticos que inicialmente no me dejaba definir hacia donde estaba su horizonte.

Volví a encontrarlo en Primavera Digital y sentí que había recuperado  al amigo que había considerado perdido. Me regocijé con sus escritos y con su pensamiento ajeno a toda posición de extremos. Lo ví envuelto, muy joven, en su lucha personal entre Katiuskas y hombres rudos, que creían pelear por un mundo mejor. Hoy, sólo me queda decir adiós al que dudo muchos lograran entender en sus opiniones politicas.    

¡Silencio, que ha muerto un HOMBRE!  

"Liberty is something you can enjoy only if you fight for it"
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Las Tropas Coheteriles Antiaéreas –TCA
Por Rogelio Fabio Hurtado
abril 6, 2016
Marianao, La Habana, Rogelio Fabio, (PD) Al concluir la Crisis de Octubre con el acuerdo entre las dos grandes potencias, el único armamento pesado que permaneció en Cuba fueron los cohetes tierra-aire, dado su carácter estrictamente defensivo.
Concebidos para operar en territorios continentales, la verdad es que le quedaban un tanto grandes al archipiélago cubano, pero como al caballo regalado, el Gobierno Revolucionario los aceptó gustoso.
En su discurso del 13 de marzo de 1963, el entonces Primer Ministro Fidel Castro, además de lanzar su primer golpe contra el llamado Sectarismo al cuestionar la burda adulteración del testamento político del líder estudiantil José Antonio Echevarría, del cual habían suprimido la referencia a Dios, aprovechó para realizar un llamado para que los estudiantes se incorporasen a un curso de armas estratégicas que convocarían en breve las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Pocos días después, fuimos convocados los militantes y aspirantes a una urgente reunión en el teatro del Instituto de la Víbora, donde se nos arengó para que diésemos “el paso al frente” y nos incorporásemos a “la defensa de la Patria”, asegurándonos que algún día seríamos considerados héroes, etc. Muchos levantamos la mano.
Así, el 9 de abril del mismo año, los convocados estábamos frente al Instituto, ligeros de equipaje, formando un pequeño pelotón, para encaminarnos hacia el cercano Quinto Distrito Militar.
¡Acababan de nacer las Tropas Coheteriles Antiaéreas!
Entre los reclutados, estaban el joven cantante Ramoncito Veloz , el futuro fotógrafo Iván Cañas Boix, un hermano del músico Pello el Afrokán y el inefable Honorio López alias Billy the Kid. También quienes llegarían a ser mis grandes amigos, Rafael Tamayo de los Reyes, Eduardo Aguiar, Norberto Chappé y René Ruisánchez.
Arribamos una madrugada de fines de abril a la base aérea de San Julián, en los remates de Guane. Estábamos orgullosos de ser los primeros cadetes de nuestras nacientes Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Todo iba muy bien, aunque el ansiado encuentro con las armas estratégicas no acababa de producirse.
Un mal día llegó a la base una guagüita verde olivo, de la que se apearon una decena de sargentos, procedentes de la provincia de Oriente. Venían a sustituir a los oficiales de milicias, que permanecían con nosotros desde La Habana. Estaban castigados, y comenzaron de inmediato a castigarnos.
De inmediato desapareció todo vestigio de tropas élites. Todos sin excepción de muy bajo nivel cultural, se encarnizaron contra los estudiantes habaneros y trataron de ser respetados a la brava. Aquello convirtió a la base en un desastre de indisciplina. Entretanto, el dichoso curso no acababa de empezar.
Hoy sabemos que Fidel Castro había cambiado de idea y ahora quería que las dotaciones soviéticas no se retirasen de Cuba, porque temía que una vez embarcado el último tovarich, Kennedy echase a la basura su promesa de no invasión. Consideraba rehenes a los soldados soviéticos que permanecían en la Isla.
Mientras, nosotros marchábamos por gusto en San Julián, obedeciendo órdenes absurdas de sargentos ineptos.
Finalmente, cuando ya no pudieron dilatarlo más, comenzamos el dichoso curso, que consistió en una serie de clases de radiotecnia, impartidas por profesores soviéticos en ruso y malamente traducidas por piribochis cubanos.
Eran sesiones aburridísimas, donde ni los fanáticos a la reparación de radios y televisores aprendían nada. Yo me quedaba dormido que daba gusto y mi pobre libreta secreta pagaba las consecuencias.
Finalmente, un día, al finalizar el cursillo, nos llevaron a conocer el emplazamiento coheteril soviético, que estaba al fondo de la pista.
No negaré que la visita me impresionó. Aunque vestían de civil, todo allí transparentaba marcialidad. Portaban armas para nosotros desconocidas y llevaban grandes cascos verdes, iguales a los norteamericanos.
La instalación era clásica, con altos taludes que permitían cubrir las rampas con una tela de enmascaramiento que tamizaba la luz, imponiéndole al escenario una luminosidad novedosa. Esto llamaba más la atención en el centro del emplazamiento, donde se agrupaban las cabinas, alrededor de la gigantesca Cabina P, sobre la que permanecían las tres antenas de la estación.
Aquella primera visita fue inolvidable y única. Después, los demás emplazamientos que conocí nunca fueron tan minuciosamente cinematográficos.
Tras el curso, a cuya graduación acudió el comandante Raúl Castro, realizaron la selección del personal que viajaría a la URSS, momento decepcionante para todos los que, habiendo sido convocados con esa promesa, quedamos defraudados. La tal selección no tomó en cuenta ni los resultados ni la conducta durante el Curso. Fue arbitraria. Incluyó a gente que ni siquiera había estado en San Julián. Al parecer, solo se basaron en los antecedentes familiares de cada cual, favoreciendo a quienes tenían familiares militantes del Partido Socialista Popular (PSP), por lo tanto eran PC – personal de confianza.
Yo, el indisciplinado 275, con un primo hermano preso en La Cabaña, obviamente no podía aspirar más que a ser sospechoso.
Fuimos repartidos por las distintas bases en el occidente. A mí me tocó la instalada en Canímar para proteger los cielos matanceros, experiencia que he recogido en unos cuantos poemas, publicados por el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal en sus dos libros acerca de Cuba.
Muchos años después, comprendí la razón por la cual Fidel Castro no se ocupó de nosotros y ni siquiera nos mencionó en ninguno de sus interminables discursos: las TCA nunca fuimos sus tropas favoritas. Él se hubiese sentido mucho más seguro si los tovariches no lo hubiesen abandonado entonces.
rhur46@yahoo.com; Rogelio Fabio Hurtado
Notas:
La base de cohetería antiaérea estaba emplazada en un área de 400 metros cuadrados. Había 6 rampas de lanzamiento, ubicadas simétricamente alrededor de la Cabina P, donde estaban instaladas las tres antenas básicas, una para la radiolocalización del objetivo por su altura, otra por el eje horizontal y una tercera, más pequeña para enviarle los mandos al cohete. En el centro, próximas a la Cabina P, se ubicaban las Cabinas A y U. En la primera se elaboraban los mandos para el proyectil. En la segunda, importantísima, tres operadores auxiliaban al oficial de conducción y disparo a realizar la radiolocalización del objetivo y a disparar el cohete. Con cuatro luminosas pantallas, parecía un camión de control remoto de la televisión.
Cada rampa podía efectuar un solo disparo, pero la estación podía realizar dos o tres disparos contra un mismo objetivo.
El personal a cargo se dividía en: una batería técnica, integrada por los operadores de las tres cabinas y la segunda batería, formada por los ramperos, quienes atendían las rampas de lanzamiento; uno de ellos debía permanecer junto a la pieza hasta pocos segundos antes del disparo, pues debía asegurarse de que el seguro de la rampa se retirase para, en caso contrario, hacerlo manualmente.
La dotación se completaba con una escuadra de telecomunicaciones y el personal que atendía las máquinas diesel que suministraban toda la energía necesaria para la estación. En total, alrededor de cien hombres, incluidos los oficiales al mando.
¿CÓMO FUNCIONABA?
El potencial objetivo era detectado por un radar de gran alcance, llamado P 15. Su localización llegaba por audífonos al planchetista, quien inmediatamente comenzaba a trazar su recorrido con lápices de colores sobre un gran mapa cuadriculado, a la par que voceaba esto a los del mando de la unidad, quienes permanecían sentados frente al mapa-plancheta.
Si el objetivo alcanzaba la distancia marcada sobre la plancheta con una circunferencia, el Mando ordenaba a toda la estación alistarse para el trabajo combativo.
Las cabinas U y P comenzaban a colimar al objetivo para estar listas para la orden del Mando de efectuar el disparo.
Una vez disparado el cohete, la cabina A elaboraba los mandos para guiar al cohete hacia el objetivo, guiándose por la señal de este que le suministraba la cabina P.
A medida que se acercaba a su objetivo, el cohete activaba en la punta un pequeño radar, cuya señal de rebote iba ganando intensidad hasta hacer explotar al proyectil lo bastante cerca de su objetivo para derribarlo.
Si el cohete perdía contacto con los comandos trasmitidos desde la cabina P, explotaba pocos segundos después.
Contra un mismo objetivo podían dispararse hasta tres cohetes simultáneamente.
Los aviones de combate enemigos poseían medios electrónicos para advertir cuando eran detectados y emitir señales radiotécnicas fantasmas. De la experiencia y pericia de los operadores de la cabina U y del oficial de tiro dependía acertar con la verdadera señal.
En Cuba, fue derribado un U-2 el sábado 27 de octubre de 1962, en plena Crisis, sobre el territorio de Banes, al norte de Oriente.
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Fotos tomadas del libro ¨One hell of a Gamble¨  de Naftali y Fursenko
Bases Militares soviéticas en Cuba vinculadas a la Crisis de los Misiles


 


Mayor General Igor D. Statsenko, jefe de una de las base de cohetes balísticos de mediano alcance. Foto en Cuba, Octubre 1962
Cuba. Oficiales soviéticos en una base militar de cohetes 
En la foto de abajo:
Cuba. Noviembre 1962. Soviéticos tomando un descanso y comida mientras enviaban  los misiles o cohetes de regreso a la URSS 


Tomado de http://www.latinamericanstudies.org/

Junio 22, 2002
CARTA DE FIDEL CASTRO A NIKITA S. KHRUSHCHEV PROPONIÉNDOLE QUE LA URSS DIERA EL PRIMER GOLPE NUCLEAR A LOS EE.UU.  SIN TENER EN CUENTA LO QUE ESO SIGNIFICARÍA PARA CUBA Y PARA EL MUNDO MIENTRAS ÉL SE ENCONTRABA ESCONDIDO EN UN REFUGIO ANTINUCLEAR

La Habana
Octubre 25, 1962
University of Massachusetts at Boston
PBS
George Washington University
Texto Integro
La Nueva Cuba
La Habana, Octubre 25, 1962

Querido Camarada Krushchev:

Partiendo de un análisis de la situación y de los reportes en nuestra posesión considero que la agresión es casi inminente dentro de las próximas 24 a 72 horas.

Existen dos posibles escenarios: el primero y más probable es un ataque contra ciertos puntos con el limitado objetivo de eliminarlos; el segundo, menos probable aunque posible, es el de una invasión. Yo entiendo que esta variante demandaría el tener que involucrar un gran contingente de fuerzas y es en adición la más repulsiva forma de agresión, lo que podría ser razón que se abstuviesen de hacerlo.

Puede usted estar seguro de que de una manera firme y resoluta resistiremos el ataque no importa su naturaleza.

La moral del pueblo cubano está muy alta y el agresor será confrontado heroicamente.

En este momento quiero hacerle partícipe de mi opinión personal.

Si el segundo escenario es implementado y los imperialistas invaden a Cuba con el objetivo de ocuparla, el peligro que esa política agresiva representa para la humanidad es tan grande que tras tener lugar ese hecho la Unión Soviética no debe nunca permitir circunstancia alguna en que los imperialistas puedan ser los primeros en lanzar un ataque nuclear contra ella.

Le manifiesto lo anterior porque yo creo que la agresividad de los imperialistas es extremadamente peligrosa y que si ellos de hecho llevan a cabo el acto brutal de invadir a Cuba en violación de la ley y la moral internacional, ese sería el momento para eliminar tal peligro de una vez y para siempre a través de un acto de legítima defensa, y aunque se trataría de una solución dura y terrible no hay otra alternativa.


Ha influenciado en mi opinión el ver con cuánta agresividad esta política se está desarrollando. En ver como los imperialistas sin guardar consideración alguna por la opinión pública e ignorando los principios y la ley bloquean los mares, violan nuestro espacio aéreo y prepara una invasión mientras que al mismo tiempo frustran cada posibilidad de conversaciones aun cuando están bien conscientes de la seriedad del problema.

Usted ha sido y continúa siendo un incansable defensor de la paz y comprendo cuán amarga esta hora debe ser cuando el resultado de sus esfuerzos sobrehumanos es tan seriamente amenazado. Sin embargo, hasta el último momento mantendremos la esperanza de que la paz sea salvaguardada y estamos en la disposición de contribuir a ello tanto como podamos. Pero al mismo tiempo estamos listos para confrontar con serenidad una situación que consideramos bien real y bien inminente.

Una vez más le participo la infinita gratitud y reconocimiento de nuestro pueblo al pueblo soviético que ha sido tan generoso y fraternal con nosotros, así com nuestra profunda gratitud y admiración por ustedes en esta gigantesca tarea y la seria responsabilidad delante de ustedes.

Fraternalmente

Fidel Castro

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