lunes, octubre 16, 2017

Esteban Fernandez: ¡YO NO LO PUSE, COÑO!

¡YO NO LO PUSE, COÑO!

Por Esteban Fernandez
16 de octubre de 2017

Este que está aquí en la foto, cubano, güinero, almendarista, y ¡anticastrista desde el mismo instante en que tuvo conocimiento de la existencia de ese monstruo! no acepta la generalización esa de “¡Ustedes lo colocaron en el poder, ustedes túmbelo!

Para mí el insulto más grande del mundo es cuando alguien de modo acusatorio dice: ¡Ustedes lo pusieron, ustedes lo deben quitar! Yo quisiera, por lo menos, que a esa frase de “Ustedes lo subieron, ustedes están supuestos a bajarlo” le añadieran: “¡Con honrosas y gloriosas excepciones! Por lo menos eso.

Porque yo les voy decir una cosa: Yo exijo que alguien presente una sola prueba, un solo instante, un solo día, demostrativo de que yo lo puse. Jamás, ni por un simple descuido en mi vida yo simpaticé con el castrismo. Y si no me gustó nunca Fidel Castro ni sus seguidores, mucho menos hice nada a su favor.

Todos los estados de la nación están lleno de mis coterráneos güineros y de gente que me conoce desde que nací. Bueno, busquen a uno que pueda probar que yo me vestí de miliciano, ni de soldado ni de policía, ni inclusive que un día visité el Comité de Defensa de mi barrio. ¿Alguien puede situarme en una manifestación pública, ni en un acto de masas, apoyando al régimen?

Durante la lucha contra Batista ¿alguien puede decir que compré un bono del 26 de Julio, realicé y participé en una sola gestión hostil a favor de la revolución?

Algún compatriota pudiera decir que una vez me escuchó estar de acuerdo con una sola medida castrista, o que expresé simpatías por el castrismo antes o después de adueñarse esta gentuza de la Isla.

¿Dónde, cómo, cuándo, y en qué forma fue que yo lo puse o ayudé a ponerlo? Nunca en mi vida di una sola muestra de apoyo a quien desde que estaba en la Sierra mi padre me enseñó a odiarlo y a considerarlo un ser infernal y despreciable.

Lo cierto fue que ni el beneficio de la duda les brindé a los fidelistas durante la primera semana de enero de 1959. Verdad que durante unos días no dije nada y me dediqué por completo a ver la televisión para empaparme de lo que estaba ocurriendo en nuestra nación. Pero inmediatamente después del juicio a Sosa Blanco ya salí para la calle -y tengo cientos de testigos- a defecarme públicamente en lo que yo señalaba como “una nueva dictadura miles de veces peor que la anterior”.

Y de ahí en los adelante, en mi pueblo y en el destierro he dedicado toda mi vida a criticar y a tratar de hacerle daño al castrismo.

Nadie niega que millones de cubanos cooperaron a entronizar la tiranía en Cuba, pero distancia y categoría, no me metan a mí en ese saco de estiércol, porque inmediatamente respingo.

Aquí están casi todos mis compañeros de bachillerato, gente buena y decente, hombres y mujeres que no me dejarían mentir, si uno solo puede presentar una prueba de que miento, exagero u oculto algo. Me retiro, me choteo, y me voy a vivir en Rawalpindi- Pakistán y no me vería más nadie ni en los centros espirituales si alguien demuestra que por un minuto yo auxilié, favorecí, patrociné, amparé, aupé, defendí, o ayudé a la subida del monstruo al poder.